viernes, 25 de diciembre de 2015

Visita a la Reserva Nacional de Paracas

La Reserva Nacional de Paracas es una zona protegida del Perú ubicada en la Provincia de Pisco, a tres horas de Lima hacia el Sur. Pertenece al departamento de Ica, uno de los más desérticos de la costa peruana.

Esta Reserva fue creada con el fin de conservar una porción del mar y del desierto del Perú, dando protección a las diversas especies de flora y fauna silvestres que allí viven.

Uno de los tours que puedes hacer allí, además de surfear la Isla de San Gallán, es visitar las Islas Ballestas. En ellas verás multitud de especies acuáticas como lobos marinos, pingüinos de Humboldt (que están en peligro de extinción) o aves guaneras como el piquero, el guanay y el pelícano.





El agua no está especialmente caliente, debido principalmente a que proviene del sur del continente. Y su afloramiento produce una gran abundancia de plancton que nutre a peces, crustáceos y moluscos.

De camino a las Islas Ballestas y a San Gallán hay un Candelabro grabado en roca que tiene una extensión de 120 metros. Está mayormente tapado con arena pero nunca se llega a borrar por completo debido a los vientos que siempre están quitando el exceso de arena de los canales. Se cree que tiene relación directa con las líneas y geoglíficos de Nazca.




Ya en tierra, lo que mejor puedes hacer es ir a comer a alguna calita de la Reserva, hay multitud de restaurantes y el ceviche que preparan en esta zona no está nada mal la verdad:



Después de comer siempre apetece dar un paseito para bajar la comida y seguir conociendo algunos de sus escondites. Todas las playas que tiene son preciosas la verdad, lo malo es que siempre están con bastante viento, lo que hace que las olas no sean surfeables:



Pero lo más divertido sin lugar a dudas es conducir por las dunas, ¡sobretodo si tienes un 4x4! Lo malo es que a veces los desniveles no se ven venir y pueden pasar cosas como estas:


Un "pequeño salto" de más de cinco metros que envíe tu coche directamente al taller.


Pero el atardecer siempre hay que llegar a verlo.


Ya sea mirando a San Gallán con el gran Pablo y mi Tío Manolo:


En la duna más alta de la Reserva con los amigos:


O en el Kokopelli, el Hostel más liante de la historia:



jueves, 24 de diciembre de 2015

Surfing mágico en la Reserva Nacional de Paracas

Hace un par de semanas fui invitado a formar parte de una comitiva que iba a surfear en la Reserva Natural de Paracas, concretamente en la Isla de San Gallán.

Esta comitiva esta formada por seis peruanos además de por mi buen amigo valenciano Roque y por el comandante al mando de la expedición Don Vitucho.

Con todo, el jueves a la noche parte del equipo pusimos rumbo al sur desde Lima. Teníamos por delante casi 4 horas de viaje:


Al llegar a Paracas fuimos directos a dormir ya que en pocas horas nos levantábamos.

El día siguiente amanecía despejado, los pescadores traían sus capturas nocturnas al puerto y nosotros estábamos listos para salir en la búsqueda de esta ola mágica:



La verdad es que el día pintaba increíble:




El barco bordeó casi toda la península de la Reserva Natural. La estampa estaba siendo preciosa:


Tras casi una hora de viaje por fin divisamos la isla y con ella, las olas. Ahora tocaba ponerse el traje lo más rápido posible y saltar al agua:


Las olas no fallaron. Decían que la dirección no era la perfecta pero ¡vaya derechas!





La última sección de la ola estaba llena de leones marinos.

No había nadie más surfeando, como era de esperar, sólo varios cientos de leones marinos observando:


Nosotros salíamos de vez en cuando para comer algo y reponer fuerzas. Las olas, sin embargo, no pararon durante las más de 6 horas que estuvimos allí:


Lo más curioso de este spot es que la ola rompe hacia mar adentro, es decir, cada vez se separa más del continente. Es bastante surreal porque estás esperando la ola mirando hacia el Este:

El swell entra desde el sur y bordea la Isla San Gallán de derecha a izquierda, por lo que tu surfeas de Este a Oeste.

Cuando ya no podíamos más, el comandante puso rumbo a tierra firme, donde nos esperaba un suculento ceviche para cerrar esta maravillosa mañana que espero repetir pronto.



jueves, 10 de diciembre de 2015

Viaje al corazón del Amazonas: Iquitos

¿Quién sabía que el río Amazonas nace en Perú? Es más, ¿quién sabía que el río Amazonas pasa por tres países? Yo no lo sabía pero así es cómo se aprende geografía. Ojalá todo el mundo pudiera hacerlo.

Bueno pues para información de todos, el río Amazonas nace en Mismi, una montaña del distrito de Arequipa en la cordillera peruana de los Andes. Esta montaña está al sur de Perú, casi en la frontera con Chile, a más de 1.500 kilómetros de la capital de la Amazonía peruana (Iquitos). Es por esto que el río Amazonas es el de mayor longitud del planeta, llegando hasta los 7.000 km de largo. El río Nilo (África), que es el segundo, tiene 6.700 km.

Yo no me podía ir de aquí sin conocerlo. Su cultura y su belleza natural me llevaban mucho tiempo tentando. Así que, con todo, me compré un billete para Iquitos.
Esto fue lo primero que vi desde el avión, el viaje ya había merecido la pena para mi:


Ya en Iquitos una mototaxi nos llevó al "puerto" donde una lanchita nos iba a llevar a lo más profundo de la selva.


Allí nos íbamos a hospedar en el Tucán Lodge, cuya dueña es de Coruña (¡vaya casualidad!). Desde aquí le mando un fuerte abrazo.


Como estábamos en plena selva aprovechamos para pegarnos un par de buenas caminatas, siempre con el machete en la mano por si acaso:


Los paseos en barca por el río no estaban nada mal tampoco:


Pero lo más bonito, sin duda, era ver el atardecer desde la orilla del río:


Un día decidimos fabricar una cañas de pescar con palos, sedal y restos de pollo como cebo; para intentar pescar. Como era de esperar, yo no conseguí pescar nada (soy más de trueiro y fanecas jeje) pero Pablito y Rosita tuvieron más suerte y pescaron una piraña cada uno. Ninguno de los cuatro habíamos visto una nunca. Nos quedamos flipando, ¡vaya dientes!


Otro día fuimos a jugar un poco con los animales jaja:




Y de vuelta al Lodge, motivados por nuestro fiel guía León, decidimos parar a darnos un baño en pleno río Amazonas. Fue una gran decisión porque fue de lo más mágico que hice jamás. Bañarme en el río Amazonas, envuelto en barro, viendo el atardecer, con mis buenos amigos gallegos y con las pirañas y los cocodrilos acechando... ¡fue épico! ¿Quién me iba a decir años atrás que iba a estar haciendo eso? ¡yo no sabía que Perú tenía selva! Para la próxima me vengo con la tabla y salgo a buscar la ola de la Pororoca jaja.


Para terminar con broche de oro el viaje nos fuimos a visitar un par de tribus indígenas. Pablo y yo casi nos quedamos a vivir allí jajaja, estábamos muy adaptados:


domingo, 22 de noviembre de 2015

Primera vez en Cabo Blanco

Mi vuelta para Lima desde Lobitos estaba programada para el domingo 1 de noviembre pero no me pude resistir al primer swell del norte de la temporada. Todo el mundo hablaba de que iba a romper la segunda mejor ola del país y yo no quería perder la oportunidad de surfearla. Así que, me quedé en Lobitos, pasé el lunes surfeando y el martes me fui a Cabo Blanco con Toni y Jocelyn. Como bien bromeamos entre nosotros: "profesor voy de camino... ¡de camino a Cabo Blanco!" jeje.


Cuando llegamos las olas aún no habían entrado así que nos comimos un buen ceviche y ya por la tarde me di el baño de toma de contacto aprovechando que no había nadie en el agua. La ola iba pequeñita pero la forma era brutal.


Más tarde, cuando ya entró la gente, el mar empezó a subir.


Las series entraban contadas por el periodo de diecinueve segundos que había pero alguna pude pillar, aunque reconozco que es una de las olas más difíciles que hay en Perú para conseguir ir en una  buena si no eres peruano o local.



Por este mismo motivo, a la mañana siguiente a las 05:30, casi de noche, ya estaba entrando al agua, pero ¿cuál fue mi sorpresa? ¡ya había dos personas en el agua!

Aún así, estar tres o cinco personas surfeando esta ola no es nada. Lo malo es que el swell estaba escaso, las series seguían tardando mucho y la marea estaba subiendo... Además, supuestamente, el mar iba a estar más grande que el martes pero no fue así.
Surfeé varias olas pero no conseguí hacerme ningún tubo. Eso sí, le vi a un local una tapada de casi diez segundos en una ola de medio metro-tres cuartos que me dejó pasmado.

Estas son algunas fotos que pude tomar de la ola y sus alrededores antes de coger el bus a Trujillo.

A cinco minutos andando de Cabo Blanco está Panic Point, la que dicen que es la mejor ola del país.

El tamaño no fue el esperado pero la ola tenía una forma que me va a obligar a estar aquí en la próxima crecida norte.



Hotel El Merlin. Mi casa durante una noche con su terraza con vistas al point. Todo un lujo.

Un par de olas de despedida en marea alta.

Como no tenía que estar en Lima hasta el viernes, en vez de volver en un bus directo (18 horas) y perder casi todo el jueves, decidí viajar durante la noche del miércoles y la del jueves y parar en Trujillo durante todo el jueves para conocer la zona un poco mejor.

Así, al amanecer estaba en Trujillo listo para hacer un poco de turismo. El primer lugar que visité en esta ciudad fue Chan Chan, construida entre el año 500 y el 1000 por los chimúes.


Se trata de la ciudad construida en adobe más grande de América y la segunda en el mundo.






Por la tarde fui a visitar las Huacas del Sol y de la Luna, un santuario moche construido entre el siglo I y el X.



La verdad es que los dos sitios merecen la pena. Los guías te explican todo a la perfección y te dejan boquiabierto. La vida no es sólo surf amigos míos.

Por la noche fui a cenar con mi buen amigo Kevin, que por motivos de trabajo se encontraba por esos días en Trujillo. De ahí me fui a la estación y me subí en el primer bus directo a Lima, que al día siguiente nos íbamos nada más y nada menos que al corazón de la selva, al Amazonas.