Todo comenzó con un Gijón-Dépor en El Molinón un domingo y la previa del sábado noche en San Mateo (Oviedo). El partido no fue bien y el Dépor perdió así que decidí ir a pegarme un baño a Rodiles antes de volver a casa.
Para mi sorpresa, la barra estaba en perfecto estado y después de comprobar las previsiones y ver que daban olas muy buenas toda la semana, Guille y yo decidimos quedarnos. Y acertamos.
La semana estuvo plagada de buenas sesiones y de muchas risas con nuestra familia asturiana y cántabra.
También comimos buenos cachopos y nos pegamos alguna que otra rumba por Oviedo y Villaviciosa.
Con esta rutina llegó el fin de semana. El mar bajó y las olas en la barra no iban tan buenas así que me apunté al campeonato que se iba a celebrar en la playa de Rodiles entre el sábado y el domingo.
Aluciné con la organización de lo que pensé que iba a ser un campeonato local. Más de cien inscritos, varias carpas, conciertos, ambiente, mucho público, mangas todo el día... era todo un festival.
En open éramos unos 20 inscritos. La mayoría asturianos, algún cántabro y un neozelandés que se cogío una ola cercana al 10 el sábado al hacerse dos giros y un aéreo reverse masivo.
Yo pasé la manga de cuartos el sábado en un mar pequeño y cerrón.
El domingo cambió la cosa y había casi tres cuartos un poco on shore pero abriendo más. Mi semi estaba compuesta por mis amigos Guille Alonso y Juan Terán y el chico neozelandés. Conseguí coger alguna buena y me clasifiqué para la final.
En la final opté por el pico del medio mientras que los demás se fueron al pico de la izquierda. La estrategia no me salió bien y me tuve que conformar con un cuarto puesto, pero muy contento por haber conseguido meterme en la final.
Pero el tour no acababa aquí. Las previs para Francia el lunes eran de lo más buenas y sin pensárnoslo dos veces nos subimos a mi furgo Gerar, los dos Guilles y yo y nos pusimos rumbo al este. Y volvimos a acertar.
La Graviere amaneció con unas orilleras de un metro y estuvo bombeando todo el día.
Además, un poco más al norte rompían olas un poco más pequeñas pero casi nadie en el agua.
Después de darnos cuatro baños el día llegó a su fin.
Al amanecer siguiente nos despertamos pero el mar había bajado y había una ligera brisa on shore, así que desayunamos pizza, visité Nixon y nos volvimos a Ribadesella.
No sin antes parar en Zarautz a ver a Mikel y Nacho, comer bien y tomarnos el mítico helado paseando por el malecón.
También paramos en Torrelavega a dejar a Gerar, donde para mi sorpresa alguien me había dejado un mensaje muy bonito.
Con todo esto, llegamos a casa de Guille ya de noche.
Dormimos y a la mañana siguiente iniciamos la vuelta a casa no sin antes parar a darnos un baño en Salinas y a hacer nuestra última visita a mi amada panadería del Alimerka.
Para mi sorpresa, la barra estaba en perfecto estado y después de comprobar las previsiones y ver que daban olas muy buenas toda la semana, Guille y yo decidimos quedarnos. Y acertamos.
La semana estuvo plagada de buenas sesiones y de muchas risas con nuestra familia asturiana y cántabra.
También comimos buenos cachopos y nos pegamos alguna que otra rumba por Oviedo y Villaviciosa.
Con esta rutina llegó el fin de semana. El mar bajó y las olas en la barra no iban tan buenas así que me apunté al campeonato que se iba a celebrar en la playa de Rodiles entre el sábado y el domingo.
Aluciné con la organización de lo que pensé que iba a ser un campeonato local. Más de cien inscritos, varias carpas, conciertos, ambiente, mucho público, mangas todo el día... era todo un festival.
En open éramos unos 20 inscritos. La mayoría asturianos, algún cántabro y un neozelandés que se cogío una ola cercana al 10 el sábado al hacerse dos giros y un aéreo reverse masivo.
Yo pasé la manga de cuartos el sábado en un mar pequeño y cerrón.
El domingo cambió la cosa y había casi tres cuartos un poco on shore pero abriendo más. Mi semi estaba compuesta por mis amigos Guille Alonso y Juan Terán y el chico neozelandés. Conseguí coger alguna buena y me clasifiqué para la final.
En la final opté por el pico del medio mientras que los demás se fueron al pico de la izquierda. La estrategia no me salió bien y me tuve que conformar con un cuarto puesto, pero muy contento por haber conseguido meterme en la final.
Pero el tour no acababa aquí. Las previs para Francia el lunes eran de lo más buenas y sin pensárnoslo dos veces nos subimos a mi furgo Gerar, los dos Guilles y yo y nos pusimos rumbo al este. Y volvimos a acertar.
La Graviere amaneció con unas orilleras de un metro y estuvo bombeando todo el día.
Además, un poco más al norte rompían olas un poco más pequeñas pero casi nadie en el agua.
Después de darnos cuatro baños el día llegó a su fin.
Al amanecer siguiente nos despertamos pero el mar había bajado y había una ligera brisa on shore, así que desayunamos pizza, visité Nixon y nos volvimos a Ribadesella.
No sin antes parar en Zarautz a ver a Mikel y Nacho, comer bien y tomarnos el mítico helado paseando por el malecón.
También paramos en Torrelavega a dejar a Gerar, donde para mi sorpresa alguien me había dejado un mensaje muy bonito.
Con todo esto, llegamos a casa de Guille ya de noche.
Dormimos y a la mañana siguiente iniciamos la vuelta a casa no sin antes parar a darnos un baño en Salinas y a hacer nuestra última visita a mi amada panadería del Alimerka.