viernes, 10 de agosto de 2012

SUCUBUS MAGAZINE vol. III

Acaba de salir el tercer número de Sucubus, la revista de mi buen amigo Legi de Ignora mis caries. Se trata de un especial California con fotos tomadas durante los casi cuarenta días que pasó recorriendo su costa en autocaravana. Además aparecen testimonios de varios amigos (entre ellos yo) que también han pasado una temporada allí y han quedado marcados de una u otra manera por este sitio.

Esta es mi historia:

Lo mejor que puedo decir para definir California es ¡cógete un vuelo ya! Pues no
tengo palabras para expresar lo que se siente allí. Se puede definir muy bien pero
no es lo mismo leerlo o escucharlo que verlo.

Acabo de volver del cine de ver una película que se llama “Project X” (no es porno)
que me recuerda la ostia a este sitio de States. Un lugar peculiar made in Holywood
repleto de olas mediocres, hamburguesas y demás comida basura, de licores de
aloholes jamás vistos y de dancings on the floor todos los findes.

Yo tuve la suerte de tener varios amigos de diferentes edades allí en diferentes
lugares pero todos surferos y buenos anfitriones. El primero que ví fue
Fran “Doce”, un amigo asturiano muy simpático que estaba acabando el colegio allí.
Me llevó a un par de olas con sus colegas chicanos y luego nos fuimos a celebrar su
cumpleaños a una típica casa yankee repleta de chavales y chavalas bebiendo en
vasos rojos y jugando al beer-pong. ¡Me lo pase increíble!

Luego también estaba mi amigo italiano Tito chapando en la universidad que está
justo encima de Blacks (este campus universitario tiene hasta Burger King y Surf
Shop). Gracias a él surfeaba todos los días Trestles y nos pegábamos alguna que
otra rumba épica por el downtown, destacando mi primer y único Halloween en
este continente.

Además, Moncho estaba en Los Ángeles trabajando y otro amigo yankee en
Huntington así que me recorrí todo el sur de California viviendo como lo hacen los
residentes, ¡a lo grande!

Por si fuera poco, conocí a un estadounidense en Coruña meses antes de ir al
Golden State. Se llamaba Ben y su padre tocaba en la banda de Woody Allen que
estaba de gira por mi tierra. Le dejé una tabla para que pillara unas olas en la
bahía, le saqué de rumba por el Orzán y cerramos el playa a altas horas de la
madrugada. Lo que no sabía yo es que ese chaval de mi edad era el puto amo de la
hermandad de la universidad estatal de San Diego, es decir, de la universidad a la
que va toda la peña americana que la quiere liar estilo “American Pie”, “Aquellas
juergas universitarias” o “Supersalidos”. Y así fue.

Al llegar la hermandad, Jose Vigo, Tito y yo flipamos con la casa. Había 30
habitaciones recubiertas de espejos con dos camas, una tarima, una barra
americana y una pantalla gigante cada una. Temazos jamás escuchados por mis
oídos y embudos jamás vistos por mis ojos. Lo que si que no se veía era a ninguna
chica, por lo que le pregunté a mi amigo, el cual me respondió: “dont worry”. Y así
fue, seguí bebiendo mi Jack Daniels y practicando inglés sin ninguna preocupación.
Hasta que presencié algo que nunca se me olvidará, se trataba de 80 preciosas
americanas de mi edad entrando en la hermandad de una en una y dirigiéndose
hacia la pista de baile donde estaba el dj. El flow no había hecho más que empezar.
Según me comentaban, cada chica tenía que pasar por cada habitación donde
se le debía invitar a un chupito. Perfecto, no había ni que moverse. El resto de
mi película americana os la podéis imaginar o ver en alguna página de Internet
hahaha.

STATES HASTA QUE ME MATE.

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